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La naturalidad: gran clave de la locución veraz y efectiva

Llevo muchos años impartiendo clases de locución y siempre encuentro un problema persistente en mis alumnos. Abordan un texto simplemente leyéndolo en voz alta y eso les hace sonar artificiosos porque siguen un patrón de entonación y pausas previsible. Suelen descontrolar, además, la respiración. En suma, la locución no resulta natural y hace que la transmisión del mensaje no sea eficaz. Hay que desaprender a leer en voz alta, olvidar lo que denomino el chip lector, e interiorizar que cuando se aborda un texto hay que contarlo y dotar de vida a las palabras.

Nuestra voz, esa fabulosa y mágica herramienta, personal e intransferible, no debe perder su impronta espontánea cuando comuniquemos verbalmente un texto escrito. Pero claro, se necesita entrenamiento, se requiere práctica para “naturalizar” la locución y desposeerla del artificio que en ocasiones llega a ser un soniquete. La entonación a menudo es reiterativa, todas las frases suenan del mismo modo, con idéntica curva tonal, e incluso se invierte la entonación en los signos de puntuación dejando comas cerradas y puntos abiertos.

El lenguaje paraverbal está compuesto por todos los recursos de los que disponemos como seres humanos para reforzar nuestra comunicación con la voz. Hablamos de entonación, de énfasis, de intención, de energía, de intensidad, de tono, de ritmo, de fluidez… Pero la naturalidad es posiblemente la cualidad más importante. Los matices que podemos trasladar en nuestra verbalización son innumerables, pero hemos de practicar de manera persistente para acomodarlos en nuestra locución.

Para ser diestro en cualquier materia se necesita mucho entrenamiento y la locución no es una disciplina distinta. La naturalidad es la primera etapa que hay que cubrir para mejorar la forma de verbalizar un texto. Por lo tanto, el acento no debería desterrarse en la locución si este forma parte de nuestra personalidad y esencia comunicativa, de nuestra naturalidad. Bienvenido sea ese acento diferencial pero siempre que no distorsione la comprensión del mensaje en cuyo caso hay que trabajar en “dulcificarlo” y moderarlo para evitar los equívocos o la dificultad comprensiva. De nuevo el consejo es el mismo: práctica, práctica y más práctica. Ser autodidacta es, que duda cabe, un método de aprendizaje, pero la ayuda de profesionales puede agilizar dicho aprendizaje al aportar directrices para una mejora tutelada y supervisada.

Ángel Morón, profesor de los cursos de Locución en Atresmedia Formación

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